¿Has medido la productividad de tu empleado y te has dado cuenta de que su rendimiento ha bajado hasta límites insospechados? ¿Tu trabajador no cumple los objetivos fijados en la empresa o no atiende a las funciones que se pactaron al inicio de la relación contractual? Entonces puedes justificar su despido por bajo rendimiento laboral siempre que esta bajada sea voluntaria, grave y prolongada en el tiempo.
Requisitos del despido por bajo rendimiento laboral
El Estatuto General de los Trabajadores define esta causa de finalización de la relación laboral como la disminución continuada y voluntaria en el rendimiento de trabajo normal o pactado. Así pues, para que se produzca este tipo de despido el empleado ha de manifestar un comportamiento tipificado como grave y el empresario está obligado a comunicar por escrito la extinción del contrato de trabajo alegando las causas que han motivado la decisión. Estas causas son las siguientes:
Descenso voluntario del rendimiento laboral
Cuando la baja productividad del trabajador no está motivada por circunstancias externas a él -por ejemplo, una bajada estacional de la demanda de los productos que vende la empresa- sino que su comportamiento refleja cierta desidia o dejadez a la hora de hacer su trabajo; una desidia que repercute negativamente en sus resultados laborales.
Para averiguar si la bajada de rendimiento de tu trabajador es voluntaria puedes comparar su trabajo con el realizado en otros periodos de tiempo similares. También puedes comparar sus resultados con los de otros compañeros de trabajo, aunque no podrás alegar esta observación como causa objetiva de despido.
Descenso prolongado en el tiempo del rendimiento laboral
La bajada de productividad no puede ser un caso aislado -por ejemplo, una semana en la que el trabajador ha estado más despistado de lo normal- sino que abarca un largo periodo de tiempo en intervalos regulares. Aunque no existe un tiempo estipulado para medir la baja productividad del empleado, suele ser entre cuatro y seis meses.
Incumplimiento del rendimiento de trabajo normal o pactado con la compañía
Aunque esta causa es mucho más fácil de demostrar cuando el empleado trabaja por objetivos y no cumple con las metas mínimas exigidas, basta con fijarse en las funciones pactadas con el trabajador al inicio de la relación contractual para darse cuenta de si las ha cumplido o no.
El empresario ha de escribir una carta de despido en la que justifique la disminución continuada y voluntaria del rendimiento del trabajador. La información que no haya plasmado en la carta (motivos de baja productividad, ejemplos concretos, etc.) no podrá ser alegada posteriormente en el juicio.